La felicidad es más que un estado de ánimo

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La felicidad es más que un estado de ánimo
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Estamos acostumbrados a pensar que la felicidad es una sensación que nos ocupa, cuando algún acontecimiento externo, logro o propuesta, llega a nuestras vidas. En general, sentimos que tenemos poco control de ella, porque está más vinculada con “algo que pasa”, que con algo que depende de nosotros construir.

Pero, es importante entender que la felicidad no es circunstancial y que depende más de nosotros, que de factores externos. En tiempos como los que vivimos, es necesario hacer una pausa y empezar a usar nuestros recursos, para aprender a manipular nuestros químicos emocionales y aumentar considerablemente la posibilidad de ser felices.

Para ello, debemos empezar a identificar las situaciones que disparaban nuestras hormonas del estrés y canalizar nuestras energías para resolver lo que nos inquieta. No podemos olvidar que el estrés eleva los niveles de cortisol en nuestro organismo, para ayudar al cuerpo a movilizar energía y responder a la situación que el cerebro tipifica como una “amenaza a la vida”.

Pero, cuando esos niveles de cortisol son más elevados y crónicos, nuestra salud se afecta. Empezamos a tener problemas de sueño, trastornos del estado de ánimo, disminución de la función inmunológica y deterioro cognitivo.

Entonces, ante situaciones que afectan nuestro estado de ánimo, lo mejor es pensar en cómo enfrentarlas de una manera asertiva, con calma y serenidad, para así, evitar el exceso del cortisol y, con ello, todos los efectos dañinos.

Nuestro gran reto, quizás, es estimular de manera constante, la liberación de hormonas de la felicidad, como la serotonina y las endorfinas, para que nuestro cerebro nos proporcione una sensación de bienestar y plenitud.

Esto, es un ejercicio que debemos hacer frecuentemente, para tener una mejor capacidad de responder a situaciones que generan estrés. Porque, finalmente, no podemos controlar lo que ocurre en nuestro alrededor, pero, sí podemos manejar cómo lo que sucede influye en nuestras emociones y estado de ánimo.

Si decidimos ser felices, a pesar de las circunstancias, lo seremos. Porque la verdadera felicidad no reside en el reconocimiento externo, los logros materiales o las situaciones que nos ocurren, obedece solo a nuestra actitud frente a la vida.

Nuestra sociedad enfrenta una coyuntura de mucha tensión, violencia o estrés, y es momento de bajar la guardia, de sentirnos más antes de actuar y de brindarle a nuestro organismo los químicos de felicidad que tanto necesita.

No es cuento, es química, y es necesario para nuestra salud.

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