La Familia célula de la sociedad

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La Familia célula de la sociedad
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Hilos dorados, se deslizan sobre las mejillas de madres y padres que vieron nacer hijas e hijos, tiernas creaturas que se espera posean un futuro colmado de amor, éxitos y salud. 

El trabajo, la entrega incondicional, de padres y madres, indistintamente del extracto social, raza o credo religioso es el mismo, aquellos sentimientos de angustia en  noches de insomnio y oración al solicitar una pronta mejoría de su retoño, que sufre un quebranto de salud, ese amor pulcro, universal, no conoce el egoísmo, las preferencias y está siempre dispuesto hacer lo que haya que hacer, dentro de las posibilidades y la mística honorable, por la simplicidad valiosa de ver en su hijos un rostro feliz, pleno y sano.  Vivencias y sentimientos que las hijas e hijos entenderán únicamente el día que sean madres y padres.

El hogar indistintamente de su conformación, tiene que ser la “cuna del más rico humanismo”, la célula de la sociedad, que como célula  tiene que estar sana y nutrida de valores, valores que sólo el tiempo compartido de calidad puede forjar, la sociedad necesita que se multipliquen células con calidad humana, padres, madres e hijos, comprometidos con sus responsabilidades,  la familia es la escuela por excelencia, donde se aprende el trabajo en equipo, la sana convivencia y el amor.

Brisas frescas, nubes blancas, cielos celestes y brillantes que se entremezclan con los finos rocíos, anuncian el cambio de estación y la época de más reflexión para la humanidad, la navidad; La Natividad de Jesús, que significa amor, paz y valores.

No son tiempos de despilfarro, ni del libertinaje desenfrenado en manos del  alcohol, las drogas, las bajas pasiones y los antivalores, son tiempos de reencuentro con uno mismo, con la familia y la sociedad, mas antes que lo anterior, el reencuentro fundamental con Dios, para que Él ilumine los senderos por los que tiene que transitar la humanidad.

El hogar es el hogar, no un hotel de paso donde los padres y los abuelos son la servidumbre, la mesa servida es para que los miembros de la familia al unísono compartan entre sí, y los celulares se apaguen.  Los padres y ancianos de la familia no son figuras obsoletas que, se guardan en el último rincón, ellas y ellos son la experiencia viva, con el consejo oportuno digno de escuchar.  Lastimosamente el televisor en cada alcoba entre otros distractores, limita el dialogo, mas nunca es tarde para hacer de nuestra familia una familia que dialoga moderna y asertivamente.

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