Formar profesionales creativos

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De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, “creatividad” significa la “facultad de crear”, esta definición concuerda con lo que ha señalado el ingeniero en innovación David Cropley quien opina que la definición de creatividad no se debe limitar a un simple conjunto de procesos, sino que hay que tomar en cuenta a la persona envuelta, su conocimiento previo, su contexto educacional, social y ocupacional, además de sus metas y motivaciones.

Definitivamente la creatividad es una condición indispensable en los humanos, por ejemplo, desde los habitantes de las cavernas se puede observar el desarrollo y la evolución del talento creativo; de ahí que el acto creativo supone la transformación del medio con intencionalidad para dar optimización a la calidad de vida de acuerdo con un sistema de valores, principios de vida, proyectos personales, sistema de creencias, tradiciones y mitos.

Esto se hace más que conveniente en el ámbito educativo superior ya que se ha demostrado cómo en tiempos de cambios los sectores económicos miran hacia las universidades y les delegan la responsabilidad de formar personas educadas a quienes necesitan en el mundo del trabajo y donde la creatividad sea uno de los resultados por esperarse en la educación superior para dar aportes significativos a su entorno.

Ante este panorama, hay que tener en cuenta que estudiantes creativos están más inclinados a llegar a poseer una mentalidad amplia, flexibilidad, tolerancia, apertura, autoconfianza, una gran capacidad de interacción social, fortaleza, deseo por el riesgo y capacidad de abstracción.

De ahí que los docentes tengan la gran responsabilidad de llevar a cabo estrategias que estimulen la creatividad en los estudiantes, por ejemplo, el uso de preguntas que les permite a los estudiantes formular cuestionamientos lógicos y prácticos, animarlos a que aprendan independientemente, promover un estilo social de aprendizaje colaborativo, motivarlos para que desarrollen un pensamiento divergente y estimular el pensamiento flexible.


Pero, también, el profesor quien pretenda formar profesionales creativos debería poseer un significativo grado de empatía para comprender cómo sus estudiantes ven el mundo e impulsar todo ese potencial transformador que poseen. Además, se requiere el compromiso de los docentes para plasmar este tipo de enseñanza, pues si bien existen quienes ven la pertinencia de ser creativos y de fomentar la creatividad en las aulas, algunos no la aplican por resistencia a la innovación.

A todas luces es imprescindible crear una pedagogía donde la creatividad sea uno de sus fines principales con el fin de que la novedad, la efectividad y la ética, para ofrecer fines positivos para la humanidad, sean factores recurrentes dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje universitario para lograr, eficazmente, una formación pedagógica que promueva un aprendizaje creativo significativo.

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