En la ecuación del equilibrio de las finanzas públicas, controlar los gastos es vital

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En la ecuación del equilibrio de las finanzas públicas, controlar los gastos es vital
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Cuando se aprobaron los últimos impuestos, todos sabíamos que estos no alcanzarían para cerrar el déficit fiscal. Ese aumento de los impuestos, necesariamente, debía venir  acompañado de una reforma del estado, para fusionar aquellas instituciones que pudieran serlo, para cerrar todas las instituciones que ya no cumplieran claramente con una función social aceptable y para reducir todo el personal excedente.

Con la llegada del COVID19 el estado se ha enfrentado a dos grandes problemas que ya el país enfrentó hace unos 10 años. Su recaudación fiscal ante la crisis se ha caído. Las cargas sociales recaudadas se han también reducido en su recaudación. La CCSS ha aumentado su gasto y sus ingresos ya no son del nivel que eran.

Más gastos y menos ingresos generan un aumento del déficit fiscal y un aumento del endeudamiento del país. Las deudas generan intereses y además hay que amortizarlas, por lo que las exigencias fiscales aumentan en razón de esas nuevas y crecidas deudas. Es imperativo suprimir todo gasto por pequeño que este sea. Asesorías, viajes, viáticos, propaganda de imagen, gastos de representación, todo debe de irse.

¿Dónde está la reforma del estado que era urgente antes del COVID19? ¿Dónde está la reducción de los gastos generados por instituciones cuyos servicios en el presente son cuestionados en su utilidad y vigencia? ¿Dónde está el despido del personal que el PAC en oposición, afirmaba que era prescindible y que había sido contratado atentando contra el fisco? ¿Dónde están los ahorros en desperdicio, duplicaciones y excesos que todos sabemos existen, para con ello sufragar los mismos?

Las instituciones todas deben de analizarse. Analizadas las instituciones deben cerrarse aquellas cuyos servicios y funciones no tengan hoy ya vigencia. Cortar el desperdicio y eliminar lo que ya no contribuye al bienestar de la gente, es fortalecer al estado y mejorar su situación fiscal. Pedir impuestos y contraer deudas cuando hay duplicaciones, desperdicios, instituciones que ya no empujan el esfuerzo nacional es muy doloroso y contraproducente.

Se habla que el Gobierno ha contraído obligaciones con el FMI, para un enorme préstamo en trámite, que consisten en aumentar el IVA a niveles del 15% y aumentar los impuestos a los salarios. No más impuestos. Menos gastos son los que deberíamos estar analizando con detenimiento y rigor.

¿Estamos pidiendo prestado para mantener servicios estatales que no van a servir para reactivar la economía? ¿Quieren ponernos más impuestos y cargas sin haber hecho los ahorros obligados en el gasto? No es justo, no es lógico y no es razonable.

Está el estado otorgando bonos y diarios. Esto es correcto y es deseable. La emergencia lo impone. Sin embargo, la politiquería, el paternalismo estatal, el clientelismo politiquero y otras prácticas igualmente viciadas, como las que derivan de una administración ineficiente, todas deben de suprimirse antes de contraer más deudas e imponer nuevos y mayores tributos.

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