El respeto y la veracidad en el diálogo social

Es tremendamente difícil entendernos cuando en el diálogo social no privan la veracidad y el respeto. La veracidad forma parte del respeto debido y esperado. Muchos interlocutores de nuestra actual dirigencia política y cabezas de nuestra administración faltan a ambos con facilidad y contribuyen a generar el desconcierto que nos rodea actualmente. Para estas personas si la realidad no se ajusta a la que ellos desean mienten distorsionándolo todo. El perjuicio generado por esa estrategia de interacción y convencimiento está por lanzar al país de cabeza al precipicio.
¡No se miente! ¡No se irrespeta a los adversarios o a los simples ciudadanos de a pie! El diálogo en sociedad es el puntal de la democracia y si destruimos esos puntales el edificio construido con esfuerzo y con constancia desde nuestra independencia caerá por los suelos.
El entendimiento y el diálogo social desaparecen cuando la mentira y el irrespeto campean en la palestra.
¿Cómo lograr retornar a la civilidad? ¿Cómo lograr que quienes están opinando y dirigiendo vuelvan a mantener una relación de respeto en veracidad con la comunidad a la que pretenden dirigir?
El irrespeto y la mentira son la forma usada por el totalitarismo de aplastar todo razonamiento en nuestros intercambios.
Una democracia sin intercambios veraces, respetuosos y constructores de nuestras libertades y de nuestra institucionalidad deja de ser democracia y tiene un nombre ominoso. La participación ciudadana en los asuntos públicos emitiendo opiniones y pareceres en veracidad, en respeto, en civilidad resulta indispensable para el desarrollo democrático. Para el desarrollo totalitario el aplastar en irrespeto y en mentira toda opinión resulta en la predecible construcción de ese aborrecible sistema.
Quien gana aplastando a su interlocutor con mentira y en irrespeto le hace un daño profundo a nuestra libertad de prensa, al diálogo social, a la educación democrática ciudadana y enseña a aplastar a otros siguiendo esa misma táctica.
Quien cree que ganando discusiones e intercambios con falsedades y con irrespeto forma conciencias en democracia está equivocado, lo que está es enseñando a mentir y a atropellar a los semejantes.
Más serenidad y moderación es lo que necesitamos, así como conducirnos en verdad y respeto hacia nuestro prójimo. Hay quienes mienten e irrespetan por estrategia propagandística. Hay quienes buscan afianzar su credibilidad pública y sus planteamientos en falsedad.
El que miente y enseña a mentir busca que nadie crea en nada. Esa es una forma de destruir juicios sobre la realidad. La mentira es la mayor falta de respeto hacia quienes está dirigida. No hay mayor irrespeto hacia todos que la pretensión de aplastar a quienes son veraces y respetuosos.
Respeto y veracidad ante todo.
Los comentarios están cerrados.