Del virus de Cochinilla a la parálisis

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Del virus de Cochinilla a la parálisis
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En múltiples oportunidades me he referido, en coro junto con miles más, a la inoperancia de nuestro sistema de Administración Pública. Y es que el tema no solo es el exceso de trámites y la carente actitud de servicio generalizada de muchos empleados públicos en puestos claves. Es también de la cultura del miedo a tomar decisiones que han desarrollado algunos administradores del sector público, producto de visiones miopes de los órganos de supervisión. 

Ya tenemos que batallar todos los costarricenses con un montón de funcionarios trabajando desde la casa por el COVID y eso ha venido a retrasar aún más muchos procesos. Y como dice el viejo refrán “tras que éramos muchos, parió la abuela”. 

El resonado caso de Cochinilla ahora acentúa la satanización de la relación público-privada. Ya no se pueden hacer gestiones para cobrar una factura pues puede ser mal visto. ¿A qué nivel de ridículo hemos llegado? Todas las empresas realizan cobros a sus clientes. Esto es lo normal porque el flujo de caja para el pago de proveedores y colaboradores depende de se nos pague.

Lo que se nos debe exigir a los empresarios es la absoluta transparencia en las relaciones público-privadas y en esto estamos total y completamente de acuerdo. “El que nada debe, nada teme”. El hecho que unos cuantos empresarios cometan actos indebidos no implica que todos los empresarios seamos corruptos y se nos trate como tales. Es la misma falacia cuando se dice que todos los empleados públicos son un montón de vagos e inútiles y eso tampoco es cierto. He tenido el privilegio de trabajar en el sector público con colaboradores excelentes e intachables.

Los costarricenses debemos tomar decisiones vitales para cambiar el rumbo en materia del servicio público y de la relación empresa privada con este último, porque el rumbo actual nos está llevando al precipicio. 

En la administración de todo el aparato público las personas a quienes les corresponde deben tomar decisiones para bien de la sociedad, punto. En muchos temas lamentablemente, muchos prefieren decir que no se puede hacer algo o dejar de hacerlo sucumbiendo ante el miedo del que dirán.

Los jerarcas del sector público deben entender que ni el empresario, ni el cliente -contribuyente- tienen que soportar la ineficacia del sistema. Deben interiorizar que mientras más alto el puesto, mayor debe ser el compromiso por servirle a nuestro pueblo. Estamos enfrentando profundos y terribles dramas humanos, todos los días, que requieren comprensión y acciones contundentes e inmediatas de apoyo por parte del Estado costarricense.

Las alianzas público-privadas deben promoverse en muchas áreas de nuestra economía para mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos. Bajo esta modalidad y muchas otras formas de contratación, miles de empresarios hemos trabajado de manera honesta y con calidad.

Vamos a lograr sacar adelante al país cuando aceptemos con humildad que debemos hacerlo todos juntos, sin miedos, sin mezquindades, con transparencia, con respeto, con reglas jurídicas claras, con mutua colaboración y confianza entre todos los actores.

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