Deber con la Patria

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Deber con la Patria
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El pasado primero de mayo, entraron en funciones 57 diputados con el deber de legislar en beneficio de toda la nación. Es muy importante que no olviden que la potestad de legislar reside en el pueblo; por lo tanto, la responsabilidad es aún mayor con Costa Rica.

Es cierto también que son elegidos por provincias, es cierto que desde distintas regiones los legisladores electos obtuvieron el apoyo, que les permite estar hoy en el Primer Poder de la República. Por ello, no deben voltear la espalda a esa población que les confió el voto, pero, al mismo tiempo, son diputados nacionales que deben velar por los intereses de todo un país.

También es cierto que, para llegar a la Asamblea Legislativa, los legisladores han contado con la importante la participación de partidos políticos, pero una vez más, la representatividad patria no la pueden dejar de lado, por responder a intereses particulares o visiones partidistas, que puedan opacar el bienestar nacional.

Durante muchos años, las encuestas y estudios de opinión tienen a la Asamblea Legislativa, entiéndase, a los diputados, en lo más bajo de la calificación. Es hora de que esto cambie, pues hablamos del Primer Poder de la República y se requiere que actúe al servicio de Costa Rica.

La ciudadanía no quiere saber si las discusiones se centran en cuánto se gastan en galletas o en gasolina. Entendemos y comprenderíamos que cualquier beneficio de este tipo debe estar al servicio de su trabajo; es decir, para favorecer al pueblo. Cualquier otra discusión sería estéril; el pueblo desea resultados.

Es hora de ponerse la mano en el corazón, en la función pública y, particularmente, el llamado que la población espera se atienda, es el de tener representantes de la Patria que defiendan a toda una nación.

El llamado es para todo funcionario público; el servicio a la patria es lo que debe dictar el rumbo de cada uno de los funcionarios que empezaron su gestión el 8 de mayo.

En Costa Rica soñamos con salir adelante tras dos años de pandemia, que colocaron al país en un estado de emergencia, con situaciones muy difíciles, especialmente para los más vulnerables. La pandemia no ha terminado y son muchos los problemas que aumentan, a la par de conflictos internacionales que también generan alto costo de la vida.

Encomendamos a Dios la gestión de quienes, desde el mes de mayo, tienen la autoridad de gobernar a nuestro país. Confiamos en que puedan poner el máximo empeño para desenvolverse, en busca del bien común y de una democracia que clama por un mejor futuro.

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