Cartas que nunca llegaron: Carta de una madre a su hijo que casi nunca la visita

Panorama Digital
Panorama Digital
Cartas que nunca llegaron: Carta de una madre a su hijo que casi nunca la visita
Cargando
/

En cada casa hay una silla que espera. Un lugar que no se llena con visitas esporádicas ni llamadas breves. Esta carta nace de ese silencio, del amor de una madre que no reclama, solo recuerda, y que sigue esperando sin reloj.

Hola hijo mío

No te preocupes, no te escribo para reclamarte. Solo quería contarte que todo está bien. El jardín sigue floreciendo, aunque el sol ya no sale tan temprano. El perro aún corre cuando escucha un carro, pensando que sos vos.

A veces dejo la taza de café en la mesa, la tuya, por costumbre. No sé, me gusta pensar que vas a aparecer de pronto, con esa sonrisa que llenaba la casa. Tus cosas siguen donde las dejaste, y no porque no las haya querido mover, sino porque todavía huelen a vos.

La vida aquí transcurre despacio. Los vecinos saludan menos, el reloj suena más fuerte y las tardes se hacen largas, solo la radio me acompaña. No me quejo; una aprende a hacer compañía con los recuerdos. Pero a veces el silencio se vuelve tan grande que hasta el corazón se encoge.

Si supieras cómo cambia el aire cuando venís. Cómo se alegran las paredes, cómo la casa parece despertar de un largo sueño. No hace falta que traigás regalos; con tu voz me alcanza. Con verte entrar por la puerta, aunque sea un ratito, me basta.

Y si alguna vez pensás que ya es tarde para venir, no lo creas. Las madres no esperamos relojes, esperamos miradas. La casa sigue oliendo a vos, y el café siempre estará listo.

Con todo mi amor,

Tu Mamá.

Los comentarios están cerrados.