Carta que nunca llegaron: Carta de un país a sus ciudadanos
Hijos míos:
Les escribo desde mis montañas, que despiertan cubiertas de neblina. Desde mis ríos, que corren con prisa buscando el mar. Los he visto nacer, irse, volver, discutir y reconciliarse una y otra vez. He sentido su orgullo cuando pronuncian mi nombre lejos de aquí, y también su enojo cuando piensan que no les he dado suficiente.
A veces los veo cansados, distraídos, creyendo que soy solo un lugar en el mapa. Pero sigo siendo su casa. La tierra donde siempre hay alguien que les ofrece café, donde un saludo todavía vale más que un título, donde las palabras “gracias” y “por favor” no han pasado de moda.
Agradezco mucho que me quieran, que me defiendan y también que esperen que sea mejor… yo también lo quiero así. Quiero ser un mejor país para el que siembra, para el que quiera, para el que conduce, para el que estudia, para todos. Pero sepan que eso no depende de mí. Depende de ustedes, de su amor por esta tierra que los ha visto nacer y crecer.
Hoy solo quiero recordarles algo: que somos uno, que estamos juntos en esto y que no vale la pena pelear cuando hay mucho más que nos hace coincidir que de lo que nos separa.
Les quiero desear una feliz navidad, que el amor inunde sus hogares y que haya paz. Ámense y ámenme, No saben lo mucho que yo los amo a ustedes. Si dejamos que el amor y el respeto sea lo que prevalezca nada podrá salir mal.
Con amor,
Costa Rica.
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