Defender la vida: Una respuesta social
El envejecimiento poblacional es una de las crisis silenciosas más graves de nuestro tiempo. Las sociedades modernas están experimentando una profunda inversión demográfica: menos nacimientos, más ancianos, sistemas de salud colapsados y pensiones en riesgo. Y mientras tanto, el aborto se consolida como “derecho” incuestionable. ¿Qué relación hay entre estos fenómenos?
Según Matthieu Lavagna, autor de La razón es provida, la defensa de la vida desde la concepción no es solo una postura religiosa, sino una exigencia ética, racional y social. Ante el declive demográfico y el debilitamiento de la estructura familiar, urge retomar una visión integral de la vida humana y las políticas que la sostienen.
Aborto y familia: dos caras del desafío social
Cada año, más de 70 millones de abortos se practican en el mundo. Esto representa no solo una pérdida humana inmensa, sino un golpe directo a la base social de nuestras naciones. Países como España, Francia, Italia y Costa Rica ya enfrentan tasas de natalidad por debajo del reemplazo generacional. Esto implica menos jóvenes, más adultos mayores, mayor carga fiscal y una sociedad sin continuidad.
El aborto masivo no puede entenderse como un hecho privado sin consecuencias colectivas. Al contrario, vacía las cunas, las aulas y el futuro. Lavagna argumenta que, desde la ciencia, el embrión es un ser humano completo desde la concepción. Negar esa realidad ha llevado incluso a justificar, desde la academia, formas extremas de deshumanización como el infanticidio hasta la eutanasia.
Pero no basta con denunciar: hay que construir. Urge una política pública fuerte a favor de la familia, especialmente en países con bajo crecimiento poblacional. Aunque existen iniciativas como la red de cuido o asignaciones familiares, falta una visión estructural que promueva hogares estables, fecundos y seguros, entendiendo a la familia como motor de desarrollo humano y social.
El ejemplo de Hungría, bajo el liderazgo de Katalin Novák, muestra que sí es posible una política que ayude a las madres y padres a conciliar vida familiar y profesional. ¿Por qué no seguir ese camino?
Fortalecer la familia también significa fortalecer la paz social. El arma más eficaz contra la violencia es el diálogo en casa, el perdón y la convivencia. Las soluciones nacionales nacen en el hogar.
Defender la vida y proteger la familia no es ideología, es cuestión de supervivencia de la especie humana. La razón, la ciencia y el sentido común están de nuestro lado.
Lavagna: la razón es provida. Y el futuro, sin duda, empieza en casa.
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