Educar para la democracia
Ya falta muy poco tiempo para que termine el actual período presidencial y darle paso a un nuevo ciclo político. Atrás quedará lo bueno y lo malo. El pueblo así como la historia evalúa y juzga la oportunidad que durante cuatro años tuvo esta administración, así como los alcances de su gestión.
Inicia lo que en antaño llamábamos la fiesta democrática costarricense porque jóvenes y mayores se emocionaban expresándose y ondenando las banderas con los colores del partido de su preferencia. La gente en los barrios aun siendo rivales, había alegría, respeto y sonrisas. La idea era disfrutar y entre más se agrupaba un color de partido, se asumía que iban ganando. Y así seguía la fiesta.
En un tiempo entre 1965 y 2002, existía el Movimiento Nacional de Juventudes, institución gubernamental que tuvo como objetivo fomentar el amor a la patria, el trabajo, el servicio, altruismo y cooperación entre la juventud costarricense.
Se daban a la tarea de ir a los colegios de todo el país a capacitar sobre precesos de democracia donde muchos jóvenes de entonces aprendimos a reunirnos, votar por líderes comunales, hacer denuncia social a través de música, teatro, poesía, cuento, literatura, y proyectos importantes para el cantón. Era una educación que eneseñaba para la vida en democracia. Esto implica la construcción de relaciones interpersonales de tolerancia, respeto, diálogo y reconocimiento mutuo de derechos y de responsabilidades. Se asumía la escuela o colegio como un espacio propicio para desarrollar un estilo de convivencia basado en estos valores.
En la actualidad es poco lo que se hace al respecto a la educación cívica y a la manifiesta la mala gestión educativa, social y política, de los ultimos años. Sin embargo, no hay que rendirse.
Toca a la familia seguir educando para la conservación de la democracia. Enfatizar en la tolerancia, respeto, justicia, igualdad y la responsabilidad ciudadana. Intercambio de ideas, expresión de opiniones y la construcción colectiva de conocimientos. Manejar desacuerdos y diferencias de manera pacífica y constructiva.
Educar para la democracia no solo se limita a la transmisión de conocimientos sobre el sistema político, sino que busca formar ciudadanos activos, comprometidos y responsables, capaces de analizar críticamente la información, participar en debates públicos y tomar decisiones informadas. Y así lo ha vivido nuestra amada Costa Rica por muchos años. Es algo que nadie se cuestionaba.
Sin embargo, hoy en día este privilegio está siendo amenazado por la violencia, la intolerancia, el narcotráfico, la maldad social, discursos de odio y división. Se respira en el ambiente miedo a participar y a opinar diferente, al tener por respuestas humillaciones presenciales o trolles cibernéticos que destruyan la imagen de quien se atreve a dar su criterio disidente. Aun así, hay que educar y luchar por seguir siendo un país democrático, de derecho y sobre todo de libre expresión.
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