Los males de la polarización tóxica

Panorama Digital
Panorama Digital
Los males de la polarización tóxica
Loading
/

La polarización -en sí misma- no es un aspecto negativo en el marco de una sociedad pluralista, en tanto permita la existencia de posicionamientos respecto a determinados temas de debate. De hecho, la diversidad y la divergencia sobre temas relevantes en el ámbito político, económico y social son la esencia de un sistema político democrático que debe prevalecer en el tiempo. Lo que sí es un verdadero problema es la tendencia hacia una polarización tóxica cuya dinámica pone de manifiesto el menosprecio y la deslegitimación de las posiciones diferentes expresadas por otros sectores, los cuales son vistos como enemigos y con quienes se niegan –erróneamente- a entablar procesos de diálogo y de negociación.

Enfrentar el fenómeno de la polarización tóxica es un reto que se debe asumir con prontitud en Costa Rica debido a que ya está afectando la convivencia pacífica, la cohesión social y la cultura democrática. Nadie pone en tela de duda que la institucionalidad democrática del país debe fortalecerse, pero la ruta hacia ello es su mejoramiento a partir de lo que se ha construido, no la destrucción del engranaje institucional que ha permito un Estado Social de Derecho y que ha sido el fundamento de la estabilidad y del desarrollo nacional. Pretender cambios a la fuerza, sin diálogo y sin negociación y descalificando a los demás actores sociales es un despropósito que conduce a la polarización tóxica, deteriorando -con ello- los debates políticos y sociales y generando una desafección política que -Dios no lo quiera- podría derivar en violencia.

Los discursos de odio tienen que cesar, es irresponsable permitir que la polarización tóxica ponga al filo del abismo la estabilidad política del país. La absurda confrontación no tiene sentido en una democracia -como la costarricense- con espacios e instituciones para el debate civilizado.

El maniqueísmo debe ser erradicado en Costa Rica porque a pesar de las divergencias, propias de una democracia, deben prevalecer la capacidad y la voluntad de las partes para comprender que el bienestar del país no pasa por una lucha desenfrenada de polos o fuerzas opuestas. Por más que los políticos insistan en que sus actuaciones polarizadas están avaladas por el pueblo, no deben olvidar que -históricamente- la ciudadanía ha sabido protegerse a sí misma y a su democracia cuando son conscientes de los mecanismos polítiqueros y psicológicos de la polarización y -sobre todo- cuando empiezan a notar los primeros signos de alerta de la erosión democrática.

Costa Rica merece respeto, diálogo y negociación.

Los comentarios están cerrados.