Integridad en la política

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Integridad en la política
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¿Por qué algunos no pueden desarrollar sus acciones políticas y gubernamentales en integridad? ¿Por qué algunos sacan siempre provecho personal de sus decisiones y actividades cuando ejercen el servicio público? Esta es una de las muchas razones por las que los ciudadanos han ido perdiendo confianza en la dirección política del estado, así como en el liderazgo de los partidos políticos. Elegir representantes para que traicionen a los electores y a los ciudadanos lucrando con posiciones en el aparato público no se vale. Elegir para que hagan negocios, para que se ganen comisiones, para que…eso es lo que tiene a los costarricenses hartos, cansados y al borde de tirar el tapón.

Cuando a los costarricenses se les pregunta su opinión de los políticos los califican con los peores epítetos y agravios. Cuando se les pregunta quiénes crearon las instituciones que nos distinguen y nos destacan a nivel internacional se quedan callados. Este es el peor síntoma que nuestro sistema puede generar de que la instigación, la descalificación y la campaña continua de décadas contra quienes dirigen el país ha terminado por generar estas reacciones tan descorazonadoras. Entre los gobernantes y los funcionarios públicos prevalecen los buenos de manera clara.

 Los mandos medios que sostienen caminando el estado y sus instituciones, algunos se han transformado en los pararrayos de los jefes, que por falta de decisión o por exceso de ignorancia no pueden hacer ni hacen lo que deberían estar haciendo. No me cabe duda de que algunos mandos medios son manzanas podridas y otros por falta de entrenamiento y de buenos jefes fallan y no hacen lo que deberían estar haciendo. Falta análisis de la ciudadanía de dónde reside el problema y sobra exasperación de que nadie haya resuelto y haya puesto fin a las cosas que no marchan.

La estrategia de ganar elecciones persuadiendo a los costarricenses de que los políticos son unos sinvergüenzas de persistir, va a dar al traste con nuestra democracia y nuestro sistema. Esta estrategia tiene un claro resultado: generalmente la gente buena y competente no participa en la política y solo llegan allí personas que nada tienen que perder.

La permisividad de elegir o de nombrar personas inconvenientes va a destruir a nuestras instituciones por lo que hacen y por lo que deberían hacer y tampoco lo hacen. La estrategia de los ciudadanos de seguir eligiendo con el sentimiento, las emociones, las iras y los recuerdos del pasado, van a seguir llevando personas altamente inconvenientes al poder en los diferentes puestos de elección popular. Todo este mecanismo emocional de elegir y no un mecanismo altamente racional terminará por deprimir el crecimiento, el progreso y el desarrollo del país.

El pleito, la descalificación, el insulto, la agresión en redes, la participación de personas con perfil falso, va a lograr derribar el régimen de opinión, el régimen de legalidad, la institucionalidad que algunos detestan y con ello transformarán el país que hemos vivido en algo peor, mucho peor.

 Uno de los grandes peligros de la escogencia y la elección democrática, que a pesar de todo sigue siendo el mejor sistema de toma de decisiones, resulta en elegir mal. Alerta, aprovechemos nuestra libertad y elijamos con gran cuidado a quienes habrán de dirigirnos hacia futuro.

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