Una casa común

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Una casa común
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Hace pocos días se celebró el Día Mundial del Ambiente bajo un lema que proponía Naciones Unidas “Una sola Tierra”. Esta organización, en su mensaje, indicaba también: “En el universo hay miles de millones de galaxias, en nuestra galaxia hay miles de millones de planetas, pero sólo hay una Tierra”.

Precisamente, hace siete años, en el año 2015, el Papa Francisco hacía un fuerte llamado a la conciencia mundial y exponía que tenemos “una casa común”, en su Encíclica Laudato Si’.

Nos hablaba el Santo Padre de tener espíritu solidario, nos recordaba cómo el consumismo y materialismo afectan a nuestro mundo. El Papa hablaba de que no podemos pensar en futuro o desarrollo mientras la Tierra sufre, y mientras haya hermanos en vulnerabilidad que están sufriendo. Como en otros momentos lo ha dicho el Papa, solo juntos podemos salvarnos.

La casa común es precisamente la razón que debe ponernos en sintonía de fraternidad, sabiendo, como hemos visto, que lo que afecta a unos, en un determinado país, nos afecta a otros, aunque estemos a miles de kilómetros.

Constatamos cómo una pandemia provocada por el COVID-19 desnudó la vulnerabilidad de la humanidad, y la de los países, no importa si eran poderosos o subdesarrollados. Vivimos también la cruel guerra que involucra a Rusia y a Ucrania con efectos devastadores, especialmente en la nación ucraniana, pero que también deja secuelas al resto del planeta. Parece, lamentablemente, que la humanidad no aprende de sus errores.

Cada acción que podamos desarrollar en beneficio del ambiente cuenta; cada acción que podamos realizar para ayudar a alguien en necesidad también cuenta. No podemos ser indiferentes al sufrimiento, ni podemos dejar pasar por alto las noticias negativas que nos rodean.

Al mismo tiempo, nuestra conciencia debe ser muy clara cuando estos temas llegan a la mesa de discusión nacional, pues en ocasiones se deja de lado lo esencial: la vida humana. A veces, se considera a algunos seres humanos de segunda categoría.

Viendo toda la creación de Dios como sagrada, los creyentes y las personas de buena voluntad no podemos olvidar que es la persona humana la obra maestra de su creación. Tenemos la responsabilidad de proteger nuestra vida y la de los demás y, tenemos como tarea la administración de este mundo que requiere atención, pues, por años, muchas veces hubo criterios errados de que había recursos inagotables.

Hoy en día, nuestro pensamiento y acción, el avance de la ciencia y una mayor conciencia social deben alinearse para que podamos proteger nuestra casa común y quienes la habitamos. ¡Costa Rica debe dar un paso adelante!

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