El Bicentenario y el Día del Niño

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El Bicentenario y el Día del Niño
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Dos celebraciones importantes en setiembre: el Bicentenario de la Independencia del Reino de España y, al mismo tiempo, el Día del Niño. ¿Cuál de las dos efemérides puede ser la más importante? Las dos. La Independencia del Bicentenario contiene la acumulación de beneficios obtenidos en doscientos años de vigencia, y el Día del Niño nos trae a la memoria los principios-guía inculcados por nuestros padres, quienes siempre desearon que estos principios fueran de valor inextinguible. Los niños son la fisonomía del amor, el bien y la verdad.

Reaccionemos: Volvamos a la humildad, alegría, sencillez y limpieza del alma de los niños; sobre todo, volvamos al mundo interior que pueda perdurar en los pliegues del alma. Desde este fondo pueden surgir la moral y la ética, que mucho le faltan a la época contemporánea.

Pero volvamos al Bicentenario y al Día del Niño. Podríamos decir también ir al día de las elecciones de febrero del año próximo. Aquí, en este asunto, recordemos dos cosas: El primer domingo de febrero del 2022 y el artículo 138 de la Constitución Política que habla, para ganar, se obtener un porcentaje mayor al 40% de los votos válidamente emitidos. Si en el año 2018 había 14 partidos políticos, cuyos candidatos aspiraban a ser electos diputados. Ahora se habla de más de 25 partidos, no sabemos si la plataforma cívico-democrática soportará tanto. Vivir en democracia, pese a sus faltantes, equivale a encontrarse una perla de gran valor adornada,  y además con un Estado Social de Derecho de fácil acceso.

Por consiguiente, el deber de cualquier costarricense, hombre o mujer, es votar. Para una persona sana no hay excusa. Asimismo, el Tribunal Supremo de Elecciones es limpio y confiable. El ejemplo se expande: Informaba un medio de comunicación de los tres países latinoamericanos más confiables y seguros electoralmente: Uruguay, Chile y Costa Rica. Este hecho nos anima a conservar tal privilegio democrático. Es decir, no hay excusa para despreciar nuestra democracia, catalogada como la mejor de América Latina y el Caribe.

La otra tarea actual podría ser fomentar la vida familiar, a fin de que los hijos se sientan acogidos, respetados y amados e inclinados al bien y la verdad desde pequeños. Van a ser los primeros propagadores de aquellos principios-guía inculcados por sus padres. Este pequeño alimento es lo que más le falta al mundo actual, tan envuelto en mezquindades y hedonismo o placeres. Está bien rodearse de placeres legítimos, pero sin caer en excesos y liviandades.

Hemos sido creados para ser felices y llevar esta felicidad a los demás. Tampoco olvidemos que nuestra vida se inició aquí y continúa allá. Es decir, que exige protección y vigilancia, igual que todo sistema democrático, que no es autosuficiente y descartable sino demandante de vigilancia constante.

Cuidemos la vida y la existencia democrática.

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