¿Qué queremos los costarricenses?

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¿Estamos expresando aspiraciones en las calles o solo expresamos furias? ¿Qué ha sucedido con la racionalidad en el país? ¿Y con la prudencia y la serenidad, qué ha sucedido?

La huelga ha continuado, aunque esto no es una huelga. No hay discrepancias laborales, no ha habido conciliación frente a un juez. El Código Procesal Laboral, que los sindicatos tanto apoyaron y empujaron en la corriente legislativa ha sido incumplido de manera plena.

Esta no es una huelga, es una expresión política de un grupo que perdió las elecciones, pero que desea gobernar desde la imposición, no desde la oposición.

Esta protesta es política y bien deberían esos grupos en protesta, preparase para presentar sus tesis y objetivos, planes y programas para dentro de cuatro años concursar por la presidencia de Costa Rica y las autoridades legislativas elegibles a ver si los electores les favorecen.

En un país democrático y un estado de derecho las discrepancias políticas se dirimen en el campo electoral nunca en el campo laboral de la huelga. Es más, el Código de Trabajo en los artículos 350 y 351 establece como causales de disolución de los sindicatos la participación en asuntos políticos.

Acá lo que existe es la protesta contra el proyecto de ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas por parte de estas agrupaciones.

Esto no es huelga, es protesta política, por ideas políticas, por tesis políticas contrarias a las expresadas por los diputados y el Poder Ejecutivo en el proyecto de ley. Es un claro intento de superposición de una minoría política a las decisiones de las autoridades legítimas del país.

Debemos solventar nuestros problemas atendiendo a todas las partes. El equilibrio y la serenidad no deben perderse. La razón debe prevalecer sobre las pasiones.

Debemos solventar nuestros problemas atendiendo a todas las partes. El equilibrio y la serenidad no deben perderse. La razón debe prevalecer sobre las pasiones.

El país debe caminar en la ruta de la intensa colaboración del ciudadano con sus gobernantes persiguiendo con ellos “cosechar una espiga más y derramar una lágrima menos.”

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