La grandeza del comercio justo llega a Costa Rica

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La grandeza del comercio justo llega a Costa Rica
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Participé de dos actividades maravillosas. Una se realizó en el cantón de Guácimo y la otra en el cantón de San Carlos. Se trata de la inauguración de las instalaciones de dos centros comunales surgidos a partir de recursos de lo que se llama en el mundo y en el mercado de hoy como «Comercio Justo». En los países desarrollados, hay consumidores conscientes, dispuestos a pagar un poco de más para financiar este tipo de proyectos que significan un aporte para el bienestar y el desarrollo integral de los trabajadores y sus familias y entornos. Una de las actividades se realizó en una finca en Bella Vista de Cutris de San Carlos y la otra en una finca llamada El Bosque, en Guácimo. Durante varios años, los trabajadores ahorraron los dineros que provienen directamente de esa «prima» o pequeño sobreprecio que pagan los consumidores para aportar en apoyo directo para la clase obrera, trabajadora, del país de origen de los productos. Esa «prima» o sobreprecio que paga el consumidor le llega directamente a la asociación de trabajadores que nace para este fin. Los trabajadores deciden qué desean hacer con el dinero. Decidieron hacer centros de desarrollo comunal. En ambos casos, el centro está compuesto por dos edificios. Uno sirve para realizar ferias de la salud y el otro para realizar todo tipo de cursos de formación en muchos campos. En ambas actividades participó el alcalde de cada cantón; en San Carlos participó el obispo de Ciudad Quesada, Monseñor Garita, y en Guácimo participó el párroco de la zona. En ambas, participaron representantes de tres de las empresas extranjeras que compran piña a Dole y que participan en este proyecto de Comercio Justo. En ambas, también participó la profesora Gabriela Chaves, quien realiza cursos de artesanía con hombres y mujeres que trabajan con Dole. Ella trabaja en el primer centro de este estilo que fundaron los trabajadores, en La Virgen de Sarapiquí. Con la entrevista que le realicé a ella, me enteré de que ni siquiera hace falta ser trabajador de la empresa para beneficiarse de estos centros. La comunidad directamente también se beneficia. Algunas de las estudiantes, ahora artesanas, que entrevisté, no trabajan con Dole. Esto demuestra la grandeza del proyecto. Este es un gran ejemplo de lo que ahora se llama «alianza público privada». En ambas actividades, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y el Ministerio de Ciencia y Tecnología anunciaron apoyo significativo y estratégico. Por ejemplo, contarán con un laboratorio de cómputo gracias a que se entiende claramente que estos centros no pertenecen a Dole sino a los trabajadores. El comercio justo es el futuro de la humanidad. En la zona, se juntan comercio justo y solidarismo. Son dos apoyos para el trabajador. Si hubiera comercio justo, no tendríamos los niveles horrorosos de pobreza y de desigualdad que tenemos hoy en el mundo. En estas inauguraciones, me sentí orgulloso de todo lo bueno que podemos construir juntos en Costa Rica.

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