La fundación es nuestra tarea

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La fundación es nuestra tarea
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La fundación de la República es un gran tesoro que nos han heredado. Es un Tesoro que no debe ser escondido, no debemos tener miedo de mostrarlo. Nuestro tesoro es como una semilla que fue sembrado en nuestra tierra, en toda Costa Rica, y nosotros somos los frutos de sus árboles. Pero sucede que el tiempo nos trae tormentas de olvido, por lo que, algunos han borrado la ruta de su origen, esto les impide ver el horizonte al cual deben dirigir sus pasos. Olvidar nuestra historia es como poner una venda en nuestros ojos, y caminar a oscuras por una senda de peligros.

Hoy estamos reunidos para quitarnos esa venda, para librarnos de esas cadenas de olvido, y traer a nuestra vida la memoria de la Fundación de la República. Fundar significa crear y sostener, esto significa que la tarea de la fundación aún no ha terminado, que en nuestras manos se encuentra la posibilidad de seguir sosteniendo esta gran obra llamada Costa Rica o dejarla caer.

La Fundación de la República de Costa Rica es una tarea diaria, que ha tenido altos y bajos, ser República es decirle al mundo somos libres e independientes, ser República es decir a los pueblos que somos capaces de construir nuestro futuro, ser República es decir a los cuatro vientos: “hermanos y hermanas del mundo, somos Costa Rica, la tierra de esperanza, paz y prosperidad”. Sostener la fundación de nuestra República nos llama a reafirmar nuestra identidad ante el mundo, una identidad que es diversa, con sello de paz, vida y esperanza.

Por eso celebramos nuestros símbolos, porque encierran mucho de lo que somos: nuestro escudo atado a nuestro pecho, nuestra bandera como abrigo, nuestro himno es la canción que nace en nuestros labios tersos cual guaria morada. Nuestro trabajo alegre como trino de yigüirro que canta con la marimba pintando los colores de la carreta mientras, laboramos por sustento; porque nuestro Espíritu es fuerte como las raíces del árbol de Guanacaste, tanto así, que sostiene nuestras esperanzas que se elevan al cielo como los Crestones del Chirripó.

Nuestro carácter es dinámico: apacible como un manso Manatí pero sagaz como un veloz Venado Cola Blanca cuando es necesario, eso sí, con algo de mágico en nuestra mirada como las Esferas Boruca y con un corazón que es nuestro Teatro Nacional, que hace palpitar e inspira a todo un pueblo que sabe que nuestra mayor obra de arte es nuestra propia humanidad al servicio de la libertad.

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