El zorro cuando escucha gritar la liebre, viene enseguida, pero no para ayudarla

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El zorro cuando escucha gritar la liebre, viene enseguida, pero no para ayudarla
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El mundo se rige por tres principios, la verdad, la justicia y la caridad. Un estado civilizado debe abrazar estos tres principios y ponerlos en práctica, a nivel de cada persona, en cada comunidad y como sociedad en general.

La razón de ser de las ayudas estatales es para asistir, apoyar a las personas a salir adelante, no sacar ventaja de su lamentable condición de pobreza, para adoctrinarlas en las ideologías de quienes tienen cargos transitorios en esas instituciones. El libre pensamiento es la base de una sociedad civilizada y no se debe permitir en ninguna circunstancia la imposición de ideologías.

El Estado civilizado acepta diferentes tipos de opiniones. El Estado civilizado aplica la igualdad ante la ley. El Estado civilizado no utiliza a las pobres como mercancía, ni los condiciona para poder recibir ayudas, como que ellos tengan que participar en actividades en apoyo al gobierno o someterse a programas de adoctrinamiento en las nefastas ideologías, esas que tanto mal le han hecho a la humanidad.

Aunque algunos digan que el negro es blanco y viceversa, pretendiendo así divorciarse de la realidad; insultando y denigrando a quienes piensan distinto, el negro seguirá siendo negro y el banco seguirá siendo blanco, así como el polo positivo es positivo y el negativo es negativo. Entonces, no existe razón lógica alguna para que a los pobres, el Estado les “ayude”, lo cual al final de cuentas las ayudas se dan con el dinero de quienes pagamos impuestos. Así que no es de recibo condicionarlos para cambiarles la forma de pensar, pero no para que emprendan y salgan adelante, sino para que se conviertan en instrumentos ideológicos de los muchos aspirantes a faraones que pululan por todas partes.

Como bien dijo mi amiga, Rebeca Grynspan Flikier, quien me ha autorizado para usar su nombre en este comentario, estos aspirantes a faraones venden la idea a los pobres de que voten por ellos, para que esas personas de escasos recursos también vivan como esos faraones. ¡No señores, las cosas no son así!

La base de la caridad es dar porque la persona está necesitada, no para utilizarla como una mercancía, menos con fondos públicos.

Nuestra sociedad avanza a pasos agigantados hacia la pesadilla que George Orwell escribió en su novela 1984; una sociedad de control total donde hasta el pensamiento es controlado. No se piensa cuando se es adoctrinado y esto es algo que muchos no han entendido.

Despertemos antes de que sea demasiado tarde, no sea que en este cambio entre blanco y negro venga a visitarnos el “Ministerio del Amor.”

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