El sufragio es función cívica primordial

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El sufragio es función cívica primordial
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Así lo establece el artículo 93 de la Constitución Política, y la califica de función cívica primordial y obligatoria. Pero antes, lo siguiente: mi nieta de doce años, muy asustada, me cuenta de un compañero con deseos de suicidarse; para tranquilizarla, le contesto que no lo hará y le pido le diga que no somos dueños de la vida. Ejemplo en el país del menosprecio de la vida son los homicidios y secuestros de los sicarios y narcotraficantes, las muertes de motociclistas…etc. Esto me da pie para mencionar otros males mayores de nosotros los adultos, la mayoría originados por el exceso de autonomía personal, el individualismo, la autosuficiencia y la autoconcesión de libertades ilimitadas y carentes de responsabilidad. 

A estos males hay que añadirles la recién inventada y dañina posverdad. ¿Y qué es esta? Lo que reemplaza o sustituye a la verdad, como el engaño, el estudio predeterminado o amañado, la mentira y la creación de numerosas sociedades para hacer traspasos y dificultar el encuentro de pruebas, o el decir  hoy una cosa y mañana otra, según lo estamos viendo últimamente con los préstamos de un banco estatal, que esperamos arrojen pruebas para enjuiciar a los culpables, si los hubiere.

Pero lo más importante es acudir a las urnas, independientemente del partido político del agrado de cada uno. Este es un deber patriótico como sembrar una semilla en suelo fértil y verla crecer. Si bien gozamos de un régimen democrático ágil y alejado de las evasivas, engaños y mentiras de la posverdad que se abre paso en el país, será mejor cuando sea más abierto, a fin de que el elector no se sienta obligado a elegir personas  desconocidas. Aún así, es un sistema democrático más funcional que el de la primera democracia de América, la norteamericana. Como a los costarricenses nos llena de orgullo vivir en libertad, no debemos cambiar el sistema.

Debe servirnos de ejemplo la conducta de 19 Presidentes de la República, quienes han respetado fielmente el régimen democrático imperante. Convendría, eso sí, disminuir el gasto en propagandas de obra pública, para invertir en propaganda sobre los alcances y beneficios del régimen democrático vigente. Es IMPERATIVO llenar este vacío, cada vez más notorio.

Volvamos al artículo 93 constitucional: “El sufragio es función cívica primordial y obligatoria”. No podemos olvidarlo. Esta disposición marca el punto en que se bifurcan los caminos: o seguimos el de la libertad o el de su ausencia.

Por eso, en las elecciones del 2018, los votantes deben presentarse cédula en mano y dispuestos a conservar el régimen democrático en vigor. No lo olvidemos, nuestra democracia es la primera en Latinoamérica. Tampoco olvidemos que la familia, el trabajo, la amistad, la patria…, la posverdad no los eleva, los hace decrecer y los considera realidades secundarias. Como lo hemos analizado, la tarea consiste en salvar al país de estos males.

La nación funciona porque la mayoría de sus habitantes están empeñados en “ahogar el mal en abundancia de bien”, y así debemos continuar. Ya el Tribunal Supremo de Elecciones acaba de emprender una campaña a favor del sufragio. Esto disminuirá el mal del abstencionismo y favorecerá la importancia del sufragio para la prevalencia de la vida democrática.

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