El femicidio es la expresión última y más dramática de la violencia de género

Panorama Digital
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El femicidio es la expresión última y más dramática de la violencia de género
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Shirley tenía 26 años el día que su pareja la mató a machetazos delante de su hija de apenas 8.  Él sabía que ella iba a dejarlo y antes de que esto sucediera, la asesinó en su casa en Naranjo de Alajuela.

Cristina recibió varios disparos del arma accionada por su novio, 36 años mayor que ella, quien apenas tenía 19. Esto sucedió en La Fortuna de San Carlos.

Ana murió con un disparo en la cabeza, tenía 40 años. Su novio le disparó en su casa en La Garita de Alajuela.

Al pasado 10 de noviembre el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) registraba 45 muertes violentas de mujeres, 12 de estas tipificadas como femicidios por la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres, otras 12 desde la definición ampliada de violencia contra las mujeres, consignada en la Convención de Belem do Pará, 9 más se encuentran aún en investigación, con el fin de constatar las circunstancias en las que estas mujeres fallecieron.

El femicidio es la expresión última y más dramática de la violencia de género, la cual tiene una clara direccionalidad: se destina hacia las mujeres sin importar su edad, su color de piel, su nacionalidad, su nivel socioeconómico. Las muertas son personas que comparten entre sí una única condición: la de ser mujeres en una sociedad que enseña a sus hombres a odiarlas, especialmente a aquellas que los rechazan.

La violencia intrafamiliar no es la única expresión de la violencia en contra las mujeres, la lista crece y se alimenta con nuestro dolor y nuestro miedo e incluye, entre otras, la trata con fines sexuales, el hostigamiento sexual en el empleo y la docencia, el acoso sexual en los espacios públicos, la explotación sexual comercial, la prostitución forzada, la violación.

Cada 25 de noviembre, se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres como un llamado a reflexionar en torno al hecho de que la violencia ciega la vida de decenas de nosotras, cada año, en Costa Rica; como una invitación a comprometernos con la justicia, la igualdad, y la paz.

El sueño de vidas libres de violencia, colocado en el corazón y la mente de una sola persona, puede ser percibido como una locura, cuando este mismo sueño colonice la vida de algunas más, estaremos frente a una esperanza, y cuando haya contagiado a muchas otras…nos encontraremos a las puertas de una transformación.

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