Costa Rica, 2017

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Finalizó el 2017 y es menester una evaluación. ¿Qué hemos hecho y qué no hemos hecho, hacia dónde nos dirigimos como país, cuál es nuestro rumbo como sistema democrático centenario, avanzamos o retrocedemos? Nuestro Estado, nuestras instituciones, desarrollo económico, competitividad y justicia social, veamos… en este breve resumen.

Definitivamente el caso del cemento chino nos consumió casi todo el año y en enero vienen otros casos igual o más graves, quedó en evidencia que nuestro Estado, incluyendo los tres poderes es débil,  fácilmente permeable, comprable…. a una mafia pseudo-empresarial, la que sedujo y filtró políticos de Casa Presidencial, ministros, diputados, funcionarios judiciales, saqueó los fondos de bancos estatales y quedó en entredicho la credibilidad del ciudadano común y corriente en la institucionalidad.

En lo económico el país se encuentra estancado, las exportaciones aumentan levemente gracias al esfuerzo aislado de la iniciativa privada, sin infraestructura portuaria, aeroportuaria, ni siquiera de carreteras, estamos igual o peor que hace cuatro años y lo mas grave, sin una reforma fiscal progresiva; ha sido un  año más  de estancamiento, ocurrencias, viajes, fiesta  y despilfarro. En lo social tenemos el mismo nivel de desempleo, sin políticas de vivienda,  la educación en crisis permanente, con una inseguridad ciudadana sin parangón y sin ningún programa en marcha.

Pero la causa de todos nuestros males está en el envejecimiento del Estado de Derecho, en la ingobernabilidad jurídica, en la contradicción, exceso y repetición normativa, en la falta de aplicación de la ley, en la entropía burocrática y en la hiper tramitología crónica…el Estado debe modernizarse, acorde a los signos de los tiempos, la Constitución debe actualizarse pero la Sala Cuarta no permite ni siquiera reformas parciales a la Carta Magna; los políticos no entienden de esto, no hay prevista una revisión integral al ordenamiento jurídico público y mientras no se actualice el Estado, se reforme y aplique la ley en dirección de una mayor efectividad y eficiencia estatal, poniéndolo así al servicio de las personas, las pocas promesas de los políticos no pasaran, en el mejor de los casos, de buenas intenciones.

Estamos en plena campaña política, la indecisión y el desinterés abarca a casi el cincuenta por ciento de los electores, una campaña que nunca empezó y seguramente va terminar, tan fría como estos días; sin ideas, sin nuevas propuestas y prácticamente todos dicen lo mismo,  ese es el cuadro actual de nuestro acontecer político, algunos afirman que el electorado escogerá entre el continuismo de la corrupción de los partidos tradicionales y el populismo y voto factura de los personajes emergentes; no hay partidos con ideas, volvimos al personalismo del siglo XIX, …pero  en todo caso, debemos ir todos a votar.

Manos a la obra, primero lo primero, actuemos o el futuro nos alcanza. 

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